28 septiembre 2009

Natalia: EL ARTE NO SIRVE PARA NADA!

El viernes pasado, terminando la presentación acerca del barroco, Natalia (se) hizo la pregunta del millón: ¿qué utilidad tiene el arte?. Esta duda (aparentemente sin gravedad), dio pie a un debate que prácticamente no llegó a ninguna conclusión concreta; varios compañeros tenían como punto de vista que el arte, depende de la concepción de cada uno, que es meramente comercial,  que sólo está al alcance de unos cuantos, que no sirve para nada etc etc.
Pero al parecer, esta última concepción de la inutilidad, dejó un tanto angustiada y un mucho decepcionada a Natalia. Años atrás me hice la misma pregunta y alguna vez (como respuesta a mis plegarias) escuché el discurso que daba Paul Auster cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias en 2006. 
Diría mi papá "consuelo de pendejos"...pero yo creo que es un buen argumento el que expone este escritor, de menos un buen paliativo para aliviar ese desconcierto que a veces deja eso de ser artista. Auster dio justo en el blanco, encontrando una razón y haciéndola justificable, defendiendo el arte, su trabajo, que en este caso es escribir, pero que aplica en muchos ámbitos.
Querida compañera, espero que esto te sirva de algo y que las palabras de él, sanen un poco de tu angustia y te permitan no detenerte por los caminos de lo ARTístico.

"No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a escribir, y en especial a la escritura como medio para narrar historias, relatos imaginarios que nunca han sucedido en eso que denominamos mundo real. Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe…, salvo en la propia imaginación. ¿Y por qué se empeñaría alguien en hacer una cosa así? La única respuesta que se me ha ocurrido alguna vez es la siguiente: porque no tiene más remedio, porque no puede hacer otra cosa.
Esa necesidad de hacer, de crear, de inventar es sin duda un impulso humano fundamental.Pero ¿con qué objeto? ¿Qué sentido tiene el arte...en lo que llamamos mundo real? Ninguno que se me ocurra; al menos desde el punto de vista práctico. Un libro nunca ha alimentado el estómago de un niño hambriento. Un libro nunca ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la víctima. Un libro nunca ha evitado que una bomba caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una guerra. Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados. Pero no olvidemos que Hitler empezó siendo artista. Los tiranos y dictadores leen novelas. Los asesinos leen literatura en la cárcel. ¿Y quién puede decir que no disfrutan de los libros tanto como el que más?
En otras palabras, el arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos.Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo. Piénsese en el esfuerzo que supone, en las largas horas de práctica y disciplina que se necesitan para ser un consumado pianista o bailarín.Todo ese trabajo y sufrimiento, los sacrificios realizados para lograr algo que es total y absolutamente inútil.
El cine, la televisión y hasta los tebeos producen obras de ficción en cantidades industriales, y el público continúa tragándoselas con gran pasión. Ello se debe a la necesidad de historias que tiene el ser humano. Las necesita casi tanto como el comer, y sea cual sea la forma en que se presenten –en la página impresa o en la pantalla de televisión–, resultaría imposible imaginar la vida sin ellas.
De todos modos...constituye el único lugar del mundo donde dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad. Me he pasado la vida entablando conversación con gente que nunca he visto, con personas que jamás conoceré, y así espero seguir hasta el día en que exhale mi último aliento.
Nunca he querido trabajar en otra cosa"
PAUL AUSTER, 2006

Puedes leer el artículo completo en: El país

15 junio 2009

A quien corresponda

México D.F. a 15 de Junio de 2009

A quien corresponda:
 
Adiós mi agridulce pecado. Para siempre adiós.
Con todo mi pudor:
Flor Venado